Tarde o temprano, a todos los vehículos les toca pasar la Inspección Técnica de vehículos (ITV), con lo que se realiza una completa revisión para verificar de forma oficial que el vehículo está en óptimas condiciones para circular.
La limpieza del interior de coches así como por el exterior, es algo que solemos hacer todos los conductores, pero a ello también hay que sumarle una revisión pre-ITV en un taller, para que nos avisen de lo que debemos solucionar antes de que nos echen para atrás en el centro de revisiones.
Primero se supervisan los diferentes elementos de identificación como número de bastidor, matrícula y se comparan con la documentación que aporta el conductor. Se revisa la chapa del coche, las defensas, limpiacristales, asientos y cinturones de seguridad principalmente.
También revisarán el correcto funcionamiento de la señalización lumínica (intermitentes, luces de freno, antiniebla, posición, cortas y largas) además de que funcione correctamente también se comprueba su reglaje.
También se revisará la dirección para comprobar si hay alguna clase de holgura así como la suspensión del coche, tras lo que el especialista nos dirá que dejemos el coche sobre un foso en el que se meterá y nos irá dando instrucciones, con lo comprobará cualquier malfuncionamiento o rotura en la transmisión, suspensión, neumáticos, bastidor, eje de dirección, rótulas, frenos, etc.
La última fase de la revisión está relacionada directamente con la emisión de gases contaminantes, con lo que se debe comprobar que el vehículo no supera las cantidades máximas que están establecidas por la normativa europea.
Tras este punto, el profesional nos dirá que hemos acabado y nos hará esperar para que nos den el resultado de la revisión. En caso de pasar correctamente nos darán un comprobante y la pegatina de la revisión obligatoria. En caso de no pasarla, entre los papeles que nos facilitarán estará la relación de los fallos que hay que solventar de cara a una próxima visita.